sábado, 7 de noviembre de 2015

Miedo de ser mujer

Se ve que últimamente estoy yo especialmente reflexiva, porque mis últimos posts están centrándose en mis propias opiniones sobre la vida que en temas más concretos, como moda o cine. No prometo que esto vaya a cambiar, al fin y al cabo es mi blog y yo decido (jeje).

En fin, hoy quería hacer una pequeña reflexión, aprovechando la marcha 7N que, entre otras cosas, defiende los derechos de la mujer, en lo erróneo que es el comportamiento de muchos hombres.
No pretendo generalizar, no todos los hombres hacen lo mismo ni todas las mujeres son ángeles celestiales, pero es algo que me toca muy de cerca (tan de cerca que me pasó anoche mismo).

Me parece muy triste que a una mujer, por el simple hecho de ser mujer, le de miedo ir sola por la noche. Triste e injusto. Sí, sí, siempre es un gesto amable el que nos escolten a casa por la noche, pero ¿cuál es la razón debajo de ese gesto? El miedo a que nos vaya a pasar algo.

Esa sensación de terror cada vez que vas andando sola por una calle solitaria y escuchas ruido detrás de ti. A mí, personalmente, me da miedo mirar atrás. Me da miedo cruzar la mirada con algún hombre que casualmente esté por allí. Y la culpa no es de ellos, ellos pueden ser inofensivos.

La culpa es de una sociedad que educa a las mujeres para que tengan cuidado, en vez de a los hombres para que no acosen, consciente o inconscientemente, en mayor o en menor medida, sexualmente a las mujeres por el simple hecho de ser mujer.

Porque ya me diréis la necesidad de mirar con gesto obsceno o soltar un “piropo” a una chica que va completamente sola por la calle, de noche. Aunque las intenciones no sean malas, el resultado final es catastrófico.

¿Para qué lo hacéis? ¿Os ha funcionado alguna vez? ¿Los hombres que hacen este tipo de cosas sienten la necesidad de demostrarse algo a sí mismos? Por favor, utilizad un poco más la cabeza, que para algo la tenéis.

Y vuelvo a repetir que no estoy generalizando, hay personas y personas en el mundo, y hombres maravillosos por ahí desperdigados.

Pero necesitaba quejarme de una situación que me toca sufrir todos los fines de semana, cuando vuelvo a casa sin nadie que me acompañe.


S.